Secreter

Los escritorios me fascinan. Mi abuelo tenía un secreter, con su tapa y sus cajones camuflados y todo, un secreter como mandan los cánones. Cómo me gustaba.
Me gustaba tanto que en mi círculo cercano la palabra «secreter» se ha convertido en sinónimo de extenderte explicando un tema más de la cuenta y dar la chapa, no se les puede contar a las amigas lo mucho que te gustan los secreter.

Puede que os estéis preguntando qué tiene que ver con la entrada un secreter si lo que se ve en las fotos no lo es. Bueno, pues no es, no, pero se le parece. Un escritorio con cajones y un estante algo es, no?


Es mi secreter «corta y pega». Las patas me las pasó una amiga y las pinté de negro. El tablero de madera es un panel de protección de un embalaje, lijado, barnizado, redodeado y canteado con una cinta de terciopelo negra. La balda es un recorte de ese mismo tablero, que hace un par de años lo corté para adaptar la mesa al taller y andaba rondando por cas desde entonces. Los responsables del «secreterismo» del escritorio, los cajones, los he comprado en Muji. Son de polipropileno, así que no son ninguna maravilla, pero me dan la altura que necesito. No sé si pintarlos de negro.


La baldita y la altura la necesitaba para que mis compañeras gatunas se asomen a la ventana. Tengo que convertir esa tela doblada en un cojín de fundamento… ya se sabe lo que pasa en casa del herrero.

Y nada, que he estado ordenando mi estudio, continente y contenido, que hasta me estoy metiendo con los papeles (!), y estoy muy contenta con la nueva distribución. Cuando esté todo terminado a ver si hago un pequeño «studio tour».

Como no podía ser de otra manera, esta entrada me ha quedado bastante secreter.

º

PD: Lo mejor de todo es que ninguno de los elementos está unido, así que en un momento dado puedo tener una mesita, una balda y unos cajones que recolocar como me venga en gana.

PD2: Si os estáis preguntando por la ma-ra-vi-llo-sa cajonera de madera que se ve en la primera foto, es un regalazo que me hicieron mis queridas alumnas. Se lo encargaron a un ebanista local inspiradas en el mueble de DMC. Hace poco ordené todos los hilos, os lo enseñaré en el tour.

PD2b: Si os pica la curiosidad sobre alguna parte en concreto de mi estudio-taller, pedid y se os dará.

PD3: Y ahora ya sí, ¡buen fin de semana!

LORAK

Las flores que crecen en el taller de Beruta no pretenden ser como mandan los cánones. No buscan parecerse a los lirios, amapolas o gladiolos.
Solo quieren ser ellas mismas.

 

A las de su especie no les gusta mojarse -el agua para los peces, dicen- tampoco están muy cómodas en tierra y, por supuesto, no quieren ser cortadas.
Puede que hayan tenido que renunciar al aroma a cambio de la inmortalidad, pero confían en contagiarse del olor de los lugares que habitan.

Las distintas variedades que han florecido este verano tienen extraños nombres y colores variados, algunos vibrantes y otros más sobrios.
Si queréis verlas, están todas en la tienda.